¿Por qué nos cuesta descubrir en qué somos buenos? Creo que porque no nos han enseñado a encontrarlo.

Nuestros sistemas educativos están enfocado en arreglar aquellas cosas en las que no somos buenos. Estamos constantemente tratando de corregir debilidades y errores y perdemos el foco en entrenar aquellas cosas en las que realmente somos buenos.

Pidamos, entonces, ayuda a la sorpresa. La sorpresa es la emoción más poderosa vinculada al aprendizaje. La sorpresa nos habla de aquellas cosas que nos estimulan, que nos emocionan. Sería muy interesante que desde pequeños estimulemos la capacidad de descubrir, de asombrarnos. En todo lo que nos asombra es muy probable que se encuentre nuestro talento.

No significa que no debemos arreglar lo que está mal. Lo malo es el poco tiempo que dedicamos a entrenar y mejorar aquello en lo que somos buenos: esto es un factor clave en nuestro talento. Dar espacios para descubrir y luego disciplinarnos para mejorar nuestras capacidades.

En su libro «175 ideas para alcanzar tus metas», Don Alvaro Merino nos comenta que somos lo que entrenamos. Dice que entrenar no es amaestrar. Por lo tanto, el entrenamiento nos pone como protagonistas de la acción. Sólo cuando decidimos entrenar es cuando los resultados aparecen.

Entonces desde pequeños debemos reforzar aquello que un niño o un joven muestra como pautas de por donde están las cosas en las que se puede manejar muy bien.

No es solo descubrir, asombrarnos y sorprendernos por las cosas que nos llaman la atención, sino trabajar y poner mucho más el foco en entrenar aquellas cosas en las que va a aportar un valor diferencial.

El talento habla de fortalezas, de la mejor versión de nosotros mismos.

Seguiremos hablando de cómo gestionar el talento, porque saber gestionarlo ayudará a crear mejores equipos y dejar un mejor mundo.

Te invito a leer la tercera y última parte de este tema aquí